miércoles, 4 de noviembre de 2009

EXODOS por Everardo Ramírez Puente

 Carlos Cárdenas, RECUERDOS ROMANOS, oleo sobre tela, 141 x 100 cm., 2002



Carlos Cárdenas, RECUERDOS ROMANOS, oleo sobre tela, 141 x 100 cm., (detalle) 2002



Carlos Cárdenas, LA BESTIA, oleo sobre tela, 190 x 147 cm., 2002



EXODOS
por Everardo Ramírez Puente

Carlos Cárdenas constituye, por meritos propios, en la generación actual de pintores, un referente para comprender la extensión y la profundidad de la plástica duranguense, cuya identidad no impide abrevar en los caudales trasparentes del Arte Universal. Su pintura forma parte de un noble linaje estético, asentado en el dibujo exacto – que contrariando algunas vanguardias frágiles – aun sigue imponiendo su vigilante rigor que en al caso de Carlos Cárdenas, le permite expresar con eficaz maestría y virtuosismo, los planos laberínticos de sus obsesiones, sueños, deseos e incluso pesadillas que trasladados a la materia plástica, definida por el delirio dionisiaco de sus pinceles, adquiere forma y fondo, idea y materia. La cromática delicada de su obra nos permite vislumbrar los elementos centrales de su poner creativo y su nada secreta condición de mistagogo dispuesto a establecer un dialogo insólito con el sentido trágico del hombre. Su imaginación prodigiosa esta sostenida por un perfecto andamiaje de ejes ordenadores como la tragedia, la mística, la alegoría, la iconografía que no por construir lógica explicativa de su obra, pierden su esencia poderosamente multireferencial. De esta forma los ejes ordenadores de su obra no se consumen con la extraña fatalidad de la mítica anfisbena, que prefigura la inminente corrupción de los Universos herméticamente cerrados, al contrario, inauguran una conversación con el mundo, donde existen mas preguntas que respuestas como en la mayéutica socrática. Este sentido indagatorio de la inextricable subjetividad del hombre es a no dudar en Carlos Cárdenas una alta y encomiable virtud capaz de concitar el más siniestro asombro pero también la mas sublime contemplación. La obra de Carlos Cárdenas no esta destinada a configurar edificantes moralejas del bien y del mal, como un simple muestrario de la racionalidad maniqueísta del mundo, es por ello que antepone su voluntad estética para expresar en una síntesis admirable de ideas y color el drama del hombre. La imposibilidad de ser inmortal, de ser Dios. Para demostrar no la verdad sino la originalidad de su hipótesis, Cárdenas desacraliza sutilmente los mitos fundacionales, no con la actitud herética del insurrecto de la fe, sino con la actitud visionaria y profética de quien no aepta la impenetrabilidad de la narrativa divina. La reflexión metafísica de Carlos Cárdenas conduce a presenciar el éxtasis supremo o el momento martiriológico del hombre en su afán de ser Dios, pareciera que con ello el artista intenta mostrar la grandeza del sacrifico y la belleza del dolor, justamente cuando carne y espíritu entran en una tensión alucinante Muestra de ello son los lienzos que revelan un San Sebastián atravesado por lacerantes flechas paganas, en medio de atmósferas elegiacas y renacentistas, tocadas por la gloria imperial de la arquitectura romana y que invariablemente retraen las palabras de Dante: ”Las piedras de los muros de Roma merecen veneración y el suelo sobre el cual este levantada la ciudad es mas agregio de lo que dicen los hombres”. En Carlos Cárdenas la antigüedad recupera venturosamente su naturaleza contemporánea. La obra pictórica “Éxodos” conformada por veintiún cuadros de gran formato y que estará expuesta en este Museo de Arte Contemporáneo Ángel Zárraga, convoca no solo la contemplación estética sino también plantea serios desafíos al intelecto. Tras el virtuoso manejo de la fina pincelada aparece – como en la esfinge de Tebas – el enigma que es indispensable resolver. Su pintura revela la solidez de un artista arduamente creativo, pero también evidencia la complejidad del pensamiento, de la aguda reflexión ineludible entre arte y conocimiento. No esta por demás afirmar que en los ecos múltiples del arte duranguense, Carlos Cárdenas ha conseguido con delectación amorosa la originalidad de su voz que parece decir como Goethe: “Luz más luz”.
16 de Marzo de 2002, Durango, Dgo., México



Carlos Cárdenas, EL PESO DE LAS COSAS MALAS, oleo y temple sobre tela, 130 x 190 cm., 1997

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